El desafío de cualquier cultura organizacional es que los trabajadores se motiven e inspiren para seguir aprendiendo.
El desafío de cualquier cultura organizacional es que los trabajadores se motiven e inspiren para seguir aprendiendo y también saber que es relevante y digno de aprender. No se trata solo de aprender a pensar, idear, imaginar, crear e innovar, sino también de entender como las personas y los equipos se desempeñan a niveles muy altos, con excelencia y logrando resultados superiores.
Según Daniel Kahneman existen dos sistemas de pensamiento: Uno que es emocional, instintivo y rápido y otro que es más lógico, de deliberación y lento. El sistema emocional, instintivo y rápido tiende a no distinguir causalidad con casualidad.
La lentitud nos deja ralentizar nuestros hábitos y por lo tanto salirnos del círculo estéril de la aceleración. Nos permite contemplar, reflexionar, expandir el espíritu crítico y cuestionador.
En el aprendizaje hay error, equivocación, los cuales no son señales de estar limitados en nuestras capacidades, sino que se transforma en un aspecto clave cuando estamos avanzando en el conocimiento, por ejemplo desarrollando una capacidad o habilidad que no tenemos.
Ya lo decía Johannes Keppler “Prefiero la crítica más aguda de un solo hombre inteligente a la aprobación irreflexiva de las masas”
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