¿La intolerancia es una elección o una condición?
Parece que la intolerancia no es por elección sino por condición, ya que el intolerante no niega la condición del otro, sino que no reconoce sus propios límites.
Al polemizar imponemos nuestra idea, entramos en un monólogo sin respuesta, en cambio cuando dialogamos, asumimos una disposición corporal a poder ser reformados por la opinión del otro.
En el debate aparece la posibilidad de escuchar, argumentar, y persuadir, y este es el camino que nos lleva a un estado superior al de la tolerancia, que es el de la consideración y el reconocimiento recíproco.
Como dice Giovanni Sartori en su libro La sociedad multiétnica, “la tolerancia como un estado intermedio que se desarrolla a lo largo de la historia, desde la intolerancia a la tolerancia, de la tolerancia al respeto del disenso, y después mediante ese respeto, a creer en el valor de la diversidad”.
Necesitamos mucha ciencia para argumentar con evidencias, pero también cuando no las tenemos, necesitamos análisis hermenéuticos, relatos, reflexión y pensamiento crítico para acercarnos desde el diálogo a una consensuada realidad.
“La verdad comienza a dúo” Nietszche